La soberbia enemiga de la humildad



La palabra soberbia proviene del latín superbia. Sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades que creemos tener o propias ideas y menospreciar todas las ajenas. Muchas veces vemos asociada el vocablo soberbia con el vocablo orgullo en algunos escritos sobre el budo. La etimología del vocablo nos lleva a dos vertientes: del catalán orgull y el francés orgueil. El orgullo puede definirse como la autoestima exagerada o muy elevada, esto no siempre sugiere algo negativo, el orgullo también puede tener un valor positivo se puede sentir orgullo por sí mismo al reconocer logros o mejoras. El orgullo también puede entenderse como la auto-afirmación y reivindicación de lo que uno es y del grupo o colectivo al que se pertenece, sin que esto nos haga sentirnos superior al resto de los seres humanos. En cambio, cuando ese auto reconocimiento se transforma en soberbia, su objetivo pasa a ser el de fomen-tar el ego y la pedantería, la petulancia.

Mucho se ha escrito con relación al tema desde lo filosófico hasta lo religioso. No obstante eso y con relación a nuestro arte, me parece oportuno citar a alguien que mediante un breve escrito nos da la idea de la humildad el sensei Gichin Funakoshi (10 de noviembre de 1868 – 26 de abril de 1957) fue un gran maestro okinawense de karate difusor del mismo en las islas principales de Japón junto a otros maestros y fundador del Dojo Shotokan, creador del estilo del mismo nombre, fue el primer maestro referente, en mis comienzos en karate-do, su imagen la saludaba al shomen al comienzo y final del entrenamiento como hoy lo hago con el sensei Chojun Miyagi, quien le ha dado nombre a nuestro estilo.

El escrito del sensei Gichin Funakoshi sobre sus maestros, ambos discípulos de Matsumura Sokon y considerados importantes en el estilo original de Okinawa, su lectura da para reflexionar acerca de nuestras actitudes, sobre nuestros celos o nuestros egoísmos en la enseñanza.

"...Azato sensei e Itosu sensei compartían una gran virtud: no tenían celos de los demás maestros. Más aún, me presentaron a los que conocían, aconsejándome que aprendiera de ellos sus mejores técnicas. Los instructores de karate corrientes eran reacios a permitir que sus alumnos practicaran con profesores de otras escuelas, Azato e Itosu estaban muy lejos de pensar así. Aunque no me hubieran enseñado nada más, su ejemplo de humildad y modestia respecto a los demás seres humanos, me hubiera bastado. Nunca se jactaron de las hazañas que se les atribuían, al contrario, las consideraban "locuras juveniles"... (Funakoshi Gichin).

Y otro escrito atribuido también a Funakishi Gichin sensei la parábola para el practicante

"Un Hombre de Tao (Do) y un Hombre Pequeño".

Se cuenta que un alumno preguntó una vez: - "¿Cuál es la diferencia entre un hombre de tao(Do) y un hombre pequeño?" El Sensei responde: - "Es simple... Cuando un hombre pequeño recibe su primer dan, casi no puede esperar partir a casa y gritar a todo pulmón para contarle a todos que es primer dan. Al recibir su segundo dan, se subirá a los tejados y se lo gritará a la gente. Al recibir su tercer dan, saltará dentro de su automóvil y dará vueltas al pueblo tocando la bocina y contándole a todos sobre su tercer dan. Cuando un hombre del Do recibe su primer dan, inclinará su cabeza agradecido. Al recibir su segundo dan, inclinará su cabeza y sus hombros. Al recibir su tercer dan, se inclinará hasta la cintura y se irá caminando calladamente a lo largo de alguna pared para que la gente no le vea y no se den cuenta de él."


La humildad, según algunos ilustrados, es una de las virtudes más difíciles de obtener, pues consiste en saber lo que realmente conocemos y lo que realmente ignoramos, tarea difícil, pues para ello tenemos que conocernos muy bien. La humildad sería la integridad requerida para un artista marcial. Tal vez para un artista marcial y/o practicante de karate-do para transitar el camino con cierta solidez tendría que convertirse en esencial objetivo el alcanzar la humildad, la obtención de esta nos dará objetivamente la visión de nuestras habilidades y la relevancia alcanzada en el camino.

Roberto Píccolo Basalo